mardi 2 août 2011

Bifurcación

Fue imposible entonces convencerlos de que aquel no era yo, la velada se volvió un fastidio y tuve que pedirles que se fueran. Mi comportamiento se me volvió ajeno, aquella noche me fue casi imposible conciliar el sueño. Intenté muchas veces comprender lo que estaba ocurriendo, pero aparentemente a esa otra parte de mi le importaba mucho menos. En algún momento dejé de luchar y acepté convertirme en este reflejo... y con la aceptación propia vino la del resto. Aparentemente lo que se me criticaba tan duramente era mi obstinación de no aceptar "la realidad" ("esta realidad" como prefiero llamarle yo) más que el cambio mismo.

Los árboles del bosque ya no me hablan, el viento ya no me susurra, la lluvia cae sin que pueda recorrerla. Ahora que lo pienso, los otros nunca aceptaron esa otra realidad, si no que más bien se conformaron por largo tiempo en proyectarla en esta. La interpretación es un trabajo agudo y cansador, entiendo que tarde o temprano llegaría el día en que no quisiesen interpretar más. Sin embargo, como suele ocurrir, el cambio no vino desde afuera, si no más bien desde muy dentro. Las preguntas fueron (y son) más que las respuestas y lamentablemente ya no puedo ir donde entonces en busca de ellas. Quiero imaginar que la otra realidad sigue ahí, solo que desde aquí se ha vuelto intocable, intangible. Tal vez una parte inconsciente de mi sigue corriendo por el bosque sembrando preguntas... recolectando respuestas, mientras el resto de mi sigue de vuelta a esta nueva realidad...

jeudi 12 mai 2011

Primavera

Las tardes de aquella primavera se habían vuelto grises. El viento siempre presente, siempre inconcluso, era reflejo fiel de los vaivenes de mi vida. Había aprendido a esconder la soledad rodeandome de gente, sin embargo nunca aprendí a esconderla de mi.

Los arboles florecieron tarde, timida y repentinamente, en esa dualidad que se me hizo tan habitual. No me acostumbré a no tenerla, aún no me acostumbro, probablemente nunca me acostumbre.

Recordé constantemente el invierno pasado y la lluvia y el frio... y nuestra bufanda y esos guantes tan caractéristicos tuyos. Te recordé bajo ese paraguas multicolor que tenías, nos recordé compartiéndolo entre risas y tímidas miradas. Bajo la lluvia te me volviste primavera, una primavera como esas que tuve durante mi infancia, luminosa, exhuberante, con olor a flores, verde, muy verde, de cielo azul y gente multicolor. Recordé tu calor, tus palabras dulces, tu luz, me recordé feliz...

samedi 20 novembre 2010

Un viaje recurrente...

Te acuerdas de aquellos sábados cuando visitábamos a la tía? El camino solía hacerse largo, aunque el pasaje obligado por la panadería "El 18" era un buen consuelo. La espera del bus solía ser eterna, pero el viaje en sí era más bien entretenido. El recorrido era siempre el mismo, pero algo había en el paisaje que el tiempo parecía pasar más rápido. Hubo un tiempo en que teníamos que tomar también un colectivo, justo al lado de la linea del tren. Esa fue la época más linda, pues entonces la tía vivía en el cerro. Bajandonos del colectivo, la caminata que seguía era bastante larga. Siempre recuerdo la facilidad con que mis zapatos se llenaban de polvo.

El oso era el primero en recibirnos, seguido de uno de mis primos. Seguido era Cristian el primero en llegar, siempre tan entusiasta él... incluso ahora. Luego llegaba Jorgito a ayudarnos con las bolsas... luego venían los abrazos apretados de la tía, seguidos de un "hooooooola Anita, hooooooola mi niño, que rico verlo". En esa casa se respiraba cariño... mhhh, y que bien se comía. Inolvidable el pan amasado en invierno, sobre todo cuando lo recalentábamos encima de la chimenea que papá les había hecho. Si, en esa casa nunca hacía frío, nunca. Y en verano, la casa era relativamente fresca, aunque en esa época pasábamos más tiempo bajo el parrón... mmhh, que ricas uvas, te acuerdas? seguro que sí, las mejores, y en eso estábamos de acuerdo, eran las que estaban al final... mhhh, que delicia.

Había una especial sincronía entre nuestras familias. Memorables las noches en que "los hombres" jugabamos a las cartas o al dominó. Generalmente mi papá hacía equipo con el tío. Mis primos y yo hacíamos el otro equipo. Las fuerzas eran parejas y la noche se llenaba de cariñosas burlas al equipo que perdía.. Si, cuando papá venía la alegría era completa. El y el tío se entendían super bien... a veces parecía que ellos eran los hermanos :-). Además cuando él venía, nos evitabamos el bus, pues veníamos en auto. Por las noches solíamos ir al pueblo a comprar más cerveza y carne para hacer un asado... mhhhhhhhhhh, definitivamente ahí se comía muy bien.

Por las tardes nos perdíamos en el cerro cazando pajaros o recolectando arañas o alacranes. En ocasiones, por la noche salíamos a cazar conejos... lo mejor era cuando alguno se ponía a contar las leyendas populares de la zona. No te pregunto si te acuerdas, pues tú te quedabas en casa con la tía viendo el "sábados gigantes".

Seguro te acuerdas de cuando ibamos a recolectar moras. Yo al menos no me puedo olvidar de eso, ni mucho menos de la mermelada que hacías luego...

Yo no sé tú, pero cuando yo me acuerdo de eso, recuerdo de donde vengo... y entiendo quien soy... y me alegra y me doy cuenta que no quiero cambiar. Cuando me acuerdo de eso, comprendo mi apego por la tierra, por las raíces, por eso que fuimos, por eso que somos, por eso de lo que estamos hechos. Cuando me acuerdo de eso quisiera que estuviesemos juntos, que me dijeras que el próximo sábado vamos a ver a la tía y que alomejor el papá viene también. Pero también me acuerdo de tus palabras y de lo que tú querías para mí y me doy cuenta que eso está allá adelante en el camino, que solo tengo que ir a buscarlo.

Tardes de otoño

Debiera abrir la ventana, pero entonces tendría frío. Debiera abrir la ventana, cerrar los ojos y respirar profundo, pero entonces tendría frío. Debiera abrir la ventana, sentir el frío y entonces recordar. Recordarme recordándote en esas tardes de otoño frente a la ventana, pero entonces tendría frío... como entonces.

El frío no es excusa, es más bien razón y motivo. Es cuando siento frío que mejor recuerdo el calor de tus brazos, la candidez de tus palabras... basta cerrar los ojos y respirar profundo...

mercredi 3 mars 2010

Lugares comunes (el comienzo)

Y ahí estaba yo, perdiéndome una vez más entre lugares comunes. La lluvia leve, semi-suspendida, que casi no toca, luces de colores vivos reflejándose en la acera mojada, una brisa semi-fresca recordándome que estoy vivo, que también hago parte y esas ganas inabarcables de escribir sobre ese festival de sensaciones en el que me envolvía. Innumerables veces fue así, innumerables veces viví-sentí-contemplé ese momento, en una ausencia casi surrealista de consciencia temporal. Nunca pude asimilar que esa circunstancia era un punto recurrente en mi vida... no al menos mientras sucedía. Siempre fue como la primera vez, como si mi memoria se volviese a cero, al menos temporalmente.

Y de pronto todo dio un vuelco, y realicé por una vez que eso ya me había ocurrido mil veces, que mil veces la emoción me ha dado alcance... la emoción de sentirme maravillado, sobre-oxigenado con algo tan simple. Y por un lado era magnifico poder darme cuenta que sigo sintiendo igual de intensamente que en otros tiempos, que la maravilla de la contemplación está a la vuelta de la esquina. Pero al mismo tiempo, comprender, asimilar que todos esos momentos de "inspiración" repentina tenían siempre o casi siempre origen en un mismo lugar común, me hizo sentir de una unidimensionalidad abrumante.

Es curioso, pues mirándolo más de lejos, todo se vuelve ridículamente absurdo y al mismo tiempo de una coherencia satisfactoria. Ahora mismo, mientras buscaba las palabras sobre las que me muevo, me encontré cara a cara con un hermoso cielo azul y una nube algodonosa que pasaba de ser una difusa tortuga a un bien definido canguro. Y en dos segundos mi pecho se llenó de aire y mis ojos se pusieron borrosos... sí, otro lugar común. Y claro, esa recurrencia no es en ningún modo sinónimo de unicidad. La vida es un paseo aleatorio por el mundo de las circunstancias, las causas y los efectos, un paseo aleatorio donde los puntos recurrentes (lugares comunes) abundan... (continuará...)...

lundi 23 novembre 2009

Resplandor

Fue hace mucho, mucho tiempo, por ahí por donde comienza mi segunda memoria. Era un día de esos nublados, donde el cielo no alumbra. Las luces de los faroles que rodean el bosque, resplandecían en el pavimento mojado. El bosque parecía envuelto por el reflejo de esta luz que se hacia cada vez más tenue al acercarse a las copas de los árboles. Los caminos que se adentraban al bosque se perdían rápido en la oscuridad. La noche era silenciosa y solo el ruido tímido de las hojas alborotadas por el viento me recordaba que estaba en alguna parte.

Uno sabe que está en el bosque, pues el tiempo avanza más lento, a diferentes escalas, pero siempre más lento. Dicen que la lluvia es la única capaz de acelerar en cierto modo su pasar, aunque el efecto es notorio solo cerca del suelo, justo donde la lluvia hace contacto. La lluvia también vive a diferentes escalas de tiempo, lejos de la superficie aveces parece detenerse, suspenderse en un mundo lento como el de los árboles. Hay quien me dijo que bajo tierra el bosque vive en tiempos rápidos, pero eso es parte de otra historia.

Como fue que me adentré al bosque y a que lugar me dirigía, no lo tenía muy claro. En ese momento me movía más bien por intuición, aunque probablemente las respuestas hacían parte de mi primera memoria, por esos momento perdida en el mundo de los no-recuerdos. El camino fue largo, en distancia, pero sobre todo en tiempo... sobre el final, sentía como si ya no avanzase, mis pies se perdían en la tierra y mis brazos buscaban algún dejo de luz que se colase entre los árboles.
El tiempo dejó de ser cuando estuve frente a él. Era un árbol gigante, sus ramas eran de luz... la luz que buscaban mis brazos (menos ciegos que yo) durante gran parte del camino.

Sé que no debiese utilizar nociones temporales para describir lo sucedido, pues el tiempo no fue tiempo "mientras" estuve frente a él, pero mi lenguaje se vuelve árido al no hacerlo. Diré entonces, que por un "instante" mis memorias se conectaron, los recuerdos y no-recuerdos fueron dos caras de una misma moneda... de una misma moneda de una sola cara. Mis sentimientos, pensamientos, preguntas y respuestas volaban, como bajo tierra lo hace el tiempo. El árbol y yo nos volvímos semejantes "mientras" el tiempo no fue.

Cuando el tiempo volvió a ser (en algún tipo de proceso infinitesimal, de otro modo no me lo explico), yo ya estaba fuera del bosque... mis pies nuevamente en la superficie, mis brazos cerrados cubriéndome del frío y mis ojos semi-cerrados, casi encandilados con el resplandor de la acera mojada.

mardi 29 septembre 2009

...

... no hay palabras, ya no hay palabras... todas se han ido ya. Quisiera encontrar una que endulzase los corazones de quienes te conocieron. Quisiera encontrar una amarga que expresase ese dolor que pretende ingenuamente haberse escondido lejos de mi alcance. Quisiera encontrar una justa que le hiciera justicia a tu arrabalera vida. Quisiera una infinita que contase tu historia de principio a fin.

... palabras, ya no hay palabras... todas se han ido ya, contigo...